Arnau Puig
Composiciones Madrid 2004
SUMERGIRSE EN LOS ESPACIOS DE VALL PALOU
Pintar, esculpir, a partir de un momento dado pueden llegar a ser una necesidad para una persona. En otros tiempos, cuando esto sucedía, se asistía a las academias de Bellas Artes para aprender las normas correctas y socialmente aceptables de satisfacer aquella necesidad. Como consecuencia de esta práctica impulsiva inicial, el resultado suponía una cuidada imagen de lo que había en el entorno y, en los casos extremos, el inconsciente traicionaba al ejecutor de las figuras y, en medio de las líneas más esmeradas y miméticas, aparecían los monstruos, unas formas de difícil interpretación, pero que el observador se daba cuenta que era por donde la personalidad del autor había rezumado.
El modernismo plástico llegaría a ser el ejemplo más evidente de un arte que se quería correcto en las formas, pero que de ninguna manera podía descuidar las necesidades de las inquietudes internas que habían impulsado a determinadas personas a dedicarse a las artes, en vez de quedarse reducidas a los sabrosos frutos de la comodidad que puede proporcionar la dinámica y emprendedora sociedad contemporánea. Pero es que, quien siente la necesidad de empastar sus inquietudes con colores, de transformarlos en líneas o de convertirlos en objetos, no encuentra saciedad en nada más que en la práctica de la acción germinadora de resultados.
Es por eso que algunos de los más exigentes artistas contemporáneos han antepuesto a cualquier otro condicionante de la acción creadora plástica el hecho de la acción directa, de la plasmación inmediata de lo que surge de la sensibilidad. La práctica del arte, no los créditos sociales para poderse dedicar, es lo que hoy se exige para la acción plástica. Sin embargo, se necesita una valentía excepcional para dedicarse a hacer aquello que no tiene ningún crédito social establecido para ser admitido, a no ser el del reconocimiento de alguna personalidad que así lo decidió y que se le ha aceptado.
En nuestros tiempos de la información y de la aceptación de las obras y actitudes de quien se singulariza, las revistas y publicaciones especializadas nos informan de las obras y de las acciones de las personalidades de excepción. Vall Palou encontró en estas fuentes informativas la auténtica orientación que tenía que asumir su necesidad expresiva plástica. No le hacía falta seguir ninguna forma preestablecida ni reproducir nada más de lo que le impactara en su sensibilidad y se ajustara con los gozos y los deseos de sus sentimientos íntimos. Los colores, las líneas, los instrumentos para plasmarlos seguirían los impulsos que los movían y depositarían sobre el plano plástico las caligrafías de su sensibilidad. Crear es vérselas con los soportes y con los instrumentos con los que tenemos que plasmar, convertir en objetos, las sensaciones agradables, ingratas o hirientes, pero también las estrictamente amables, con las que nos enfrontamos cuando entramos en contacto con nuestro entorno. Si se tiene sensibilidad de artista, el entorno no es un almacén donde vamos a buscar lo que nos interesa sino que, lo que está a nuestro alcance, se nos entrega como una ofrenda total y constante para que, en cada momento que nos sentimos afectados, tengamos la necesidad de expresar cual es nuestra relación con lo que nos rodea, relación que siempre es sentimental, de afecto o de rechazo. Pero el resultado plástico nunca el algo negativo o inerte, sino que siempre es una presencia ofensiva, confrontadora.
Todo esto, Vall Palou quiere mostrárnoslo, hacérnoslo sentir como corresponde a una obra de arte: por medio de la pintura, a través del assemblage, hacerlo sensible con el procedimiento del collage. Pintar -es un eufemismo cuando se trata de disponer unos elementos cromáticos y materiales sobre un plano- es lanzarse por medio de colores y materias a la exteriorización de aquel motivo ignoto que impulsa a hacerlo. Las capas sucesivas de pintura y de engrudos de materias establecen los estratos de nuestra alma. La blandura o la dureza del soporte nos dicen qué o cómo lo tenemos que hacer para que los instrumentos con los que lo llevamos a cabo sientan la necesidad de actuar con suavidad o de hacerlo con energía; cada situación concreta tiene su importancia y asume la responsabilidad en la percepción y comunicación final.
Los medios y los procedimientos están presentes, conminatorios, imperativos para cada decisión de la voluntad creativa y ellos, tanto como los sentimientos y las emociones, rigen el curso de la obra. El espacio de la acción plástica all over puede llegar a ser un espacio sin límites, dado que la pincelada o la espátula lo recorren hasta que el soporte es el del espacio inmaterial, en el que el arte deja de tener sentido porque se confunde con la naturaleza.
Sin embargo, la acción inicial de las veladuras, o la insistencia manual sobre los engrudos, había inscrito en el soporte las emociones fugaces o recalcitrantes y persistentes, que la acción nerviosa de la mano depositaba en el espacio que tiene que llegar a ser, no sólo una dicción muy personalizada del artista, sino también el arca de la inalterabilidad de los sentimientos. También el artista se complace muy a menudo en permitir que, tanto los colores como las materias, trabajen solas dripping porque en el arte -todos los creadores lo saben- el azar y la espontaneidad son, ellos mismos, grandes creadores, dado que para su acción parten de una voluntad que quizás no se había acabado de concretar; aquel azar aporta muchas explicaciones que tal vez no nos habríamos atrevido a plasmar.
Otro de los recursos maravillosos al alcance del artista contemporáneo lo encontramos en el collage: introducir en el espacio plástico un elemento que, como procedimiento, siempre quedará externo pero que, como expresión de sentimientos y de voluntades, nos ofrecerá lo que haría falta para convertir el artificio en el discurso más adecuado.
De tres tipos de collage se sirve Vall Palou: uno espontáneo, que introduce a la obra lo real, humano y sentido que nunca querría que se le escapara; otro tipo de collage es para construir la escena plástica y el material utilizado puede obedecer sólo a unas exigencias estrictas y propias de un sistema formal compositivo que la artista, en cada momento y ocasión, decide cual es; el tercer tipo de collage es una recuperación plásticamente necesaria de unos elementos naturales, que pueden estar descuidadas en la realidad, pero de ninguna manera para el impacto que, en un momento dado, causaban en la realidad de la artista.
Todo esto, actuando desde la fuerza y desde la imperatividad de la espátula que hurga, que excava buscando lo que después, de hecho, se querría esconder, pero que la sensibilidad y la conciencia creadora quieren en todo momento que esté presente, que lance su grito plástico, que es una de las formas más contundentes de existir. La prueba: la misma historia de la humanidad.
Un artista siempre puede acabar diciendo que se ha dado cuenta de muchas cosas de las que no busca el acuerdo porque se niega a aceptar las evidencias. El arte es esta contradicción que acaba siempre imponiéndose para hacer valer todo lo que era inaceptable.
Si lo queremos averiguar siguiendo la obra de Vall Palou, al final estaremos de acuerdo con ella. Empezad a mirar sumergiéndonos; primero encontraréis el placer de los sentidos, después vendrá la satisfacción emocional. Cualquier otra cosa diferente ya dependerá de vosotros solos y sin el arte.
Arnau Puig
Filósofo y crítico de arte
Catálogo de la exposición
Pintar, esculpir, a partir de un momento dado pueden llegar a ser una necesidad para una persona. En otros tiempos, cuando esto sucedía, se asistía a las academias de Bellas Artes para aprender las normas correctas y socialmente aceptables de satisfacer aquella necesidad. Como consecuencia de esta práctica impulsiva inicial, el resultado suponía una cuidada imagen de lo que había en el entorno y, en los casos extremos, el inconsciente traicionaba al ejecutor de las figuras y, en medio de las líneas más esmeradas y miméticas, aparecían los monstruos, unas formas de difícil interpretación, pero que el observador se daba cuenta que era por donde la personalidad del autor había rezumado.
El modernismo plástico llegaría a ser el ejemplo más evidente de un arte que se quería correcto en las formas, pero que de ninguna manera podía descuidar las necesidades de las inquietudes internas que habían impulsado a determinadas personas a dedicarse a las artes, en vez de quedarse reducidas a los sabrosos frutos de la comodidad que puede proporcionar la dinámica y emprendedora sociedad contemporánea. Pero es que, quien siente la necesidad de empastar sus inquietudes con colores, de transformarlos en líneas o de convertirlos en objetos, no encuentra saciedad en nada más que en la práctica de la acción germinadora de resultados.
Es por eso que algunos de los más exigentes artistas contemporáneos han antepuesto a cualquier otro condicionante de la acción creadora plástica el hecho de la acción directa, de la plasmación inmediata de lo que surge de la sensibilidad. La práctica del arte, no los créditos sociales para poderse dedicar, es lo que hoy se exige para la acción plástica. Sin embargo, se necesita una valentía excepcional para dedicarse a hacer aquello que no tiene ningún crédito social establecido para ser admitido, a no ser el del reconocimiento de alguna personalidad que así lo decidió y que se le ha aceptado.
En nuestros tiempos de la información y de la aceptación de las obras y actitudes de quien se singulariza, las revistas y publicaciones especializadas nos informan de las obras y de las acciones de las personalidades de excepción. Vall Palou encontró en estas fuentes informativas la auténtica orientación que tenía que asumir su necesidad expresiva plástica. No le hacía falta seguir ninguna forma preestablecida ni reproducir nada más de lo que le impactara en su sensibilidad y se ajustara con los gozos y los deseos de sus sentimientos íntimos. Los colores, las líneas, los instrumentos para plasmarlos seguirían los impulsos que los movían y depositarían sobre el plano plástico las caligrafías de su sensibilidad. Crear es vérselas con los soportes y con los instrumentos con los que tenemos que plasmar, convertir en objetos, las sensaciones agradables, ingratas o hirientes, pero también las estrictamente amables, con las que nos enfrontamos cuando entramos en contacto con nuestro entorno. Si se tiene sensibilidad de artista, el entorno no es un almacén donde vamos a buscar lo que nos interesa sino que, lo que está a nuestro alcance, se nos entrega como una ofrenda total y constante para que, en cada momento que nos sentimos afectados, tengamos la necesidad de expresar cual es nuestra relación con lo que nos rodea, relación que siempre es sentimental, de afecto o de rechazo. Pero el resultado plástico nunca el algo negativo o inerte, sino que siempre es una presencia ofensiva, confrontadora.
Todo esto, Vall Palou quiere mostrárnoslo, hacérnoslo sentir como corresponde a una obra de arte: por medio de la pintura, a través del assemblage, hacerlo sensible con el procedimiento del collage. Pintar -es un eufemismo cuando se trata de disponer unos elementos cromáticos y materiales sobre un plano- es lanzarse por medio de colores y materias a la exteriorización de aquel motivo ignoto que impulsa a hacerlo. Las capas sucesivas de pintura y de engrudos de materias establecen los estratos de nuestra alma. La blandura o la dureza del soporte nos dicen qué o cómo lo tenemos que hacer para que los instrumentos con los que lo llevamos a cabo sientan la necesidad de actuar con suavidad o de hacerlo con energía; cada situación concreta tiene su importancia y asume la responsabilidad en la percepción y comunicación final.
Los medios y los procedimientos están presentes, conminatorios, imperativos para cada decisión de la voluntad creativa y ellos, tanto como los sentimientos y las emociones, rigen el curso de la obra. El espacio de la acción plástica all over puede llegar a ser un espacio sin límites, dado que la pincelada o la espátula lo recorren hasta que el soporte es el del espacio inmaterial, en el que el arte deja de tener sentido porque se confunde con la naturaleza.
Sin embargo, la acción inicial de las veladuras, o la insistencia manual sobre los engrudos, había inscrito en el soporte las emociones fugaces o recalcitrantes y persistentes, que la acción nerviosa de la mano depositaba en el espacio que tiene que llegar a ser, no sólo una dicción muy personalizada del artista, sino también el arca de la inalterabilidad de los sentimientos. También el artista se complace muy a menudo en permitir que, tanto los colores como las materias, trabajen solas dripping porque en el arte -todos los creadores lo saben- el azar y la espontaneidad son, ellos mismos, grandes creadores, dado que para su acción parten de una voluntad que quizás no se había acabado de concretar; aquel azar aporta muchas explicaciones que tal vez no nos habríamos atrevido a plasmar.
Otro de los recursos maravillosos al alcance del artista contemporáneo lo encontramos en el collage: introducir en el espacio plástico un elemento que, como procedimiento, siempre quedará externo pero que, como expresión de sentimientos y de voluntades, nos ofrecerá lo que haría falta para convertir el artificio en el discurso más adecuado.
De tres tipos de collage se sirve Vall Palou: uno espontáneo, que introduce a la obra lo real, humano y sentido que nunca querría que se le escapara; otro tipo de collage es para construir la escena plástica y el material utilizado puede obedecer sólo a unas exigencias estrictas y propias de un sistema formal compositivo que la artista, en cada momento y ocasión, decide cual es; el tercer tipo de collage es una recuperación plásticamente necesaria de unos elementos naturales, que pueden estar descuidadas en la realidad, pero de ninguna manera para el impacto que, en un momento dado, causaban en la realidad de la artista.
Todo esto, actuando desde la fuerza y desde la imperatividad de la espátula que hurga, que excava buscando lo que después, de hecho, se querría esconder, pero que la sensibilidad y la conciencia creadora quieren en todo momento que esté presente, que lance su grito plástico, que es una de las formas más contundentes de existir. La prueba: la misma historia de la humanidad.
Un artista siempre puede acabar diciendo que se ha dado cuenta de muchas cosas de las que no busca el acuerdo porque se niega a aceptar las evidencias. El arte es esta contradicción que acaba siempre imponiéndose para hacer valer todo lo que era inaceptable.
Si lo queremos averiguar siguiendo la obra de Vall Palou, al final estaremos de acuerdo con ella. Empezad a mirar sumergiéndonos; primero encontraréis el placer de los sentidos, después vendrá la satisfacción emocional. Cualquier otra cosa diferente ya dependerá de vosotros solos y sin el arte.
Arnau Puig
Filósofo y crítico de arte
Catálogo de la exposición